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viernes, 19 abril, 2024

¿Por qué te apetece algo salado?

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La sal es un componente clave de muchas comidas sabrosas, pero comer demasiada sal tiene riesgos potenciales para la salud y puede llevar a trastornos cardiovasculares y cognitivos. Ahora, investigadores de Caltech, en Estados Unidos, han identificado neuronas que activan y apagan los antojos de sal en el cerebro del ratón. Los resultados son un punto de entrada para regular los antojos de sodio en los seres humanos.

El trabajo, realizado en el laboratorio de Yuki Oka, profesor asistente de Biología, se detalla en un artículo publicado en la edición digital de este miércoles de la revista ‘Nature’.

El sodio, un ion que se encuentra en la sal de mesa, desempeña un papel fundamental en diversas funciones corporales, como la actividad cardiovascular, el balance de líquidos y la señalización nerviosa. En todas las especies animales, el cuerpo regula y mantiene estrictamente los niveles de sodio. Debido a que los animales no pueden crear sodio metabólicamente, los iones deben ingerirse de fuentes externas de alimentos.

Identificadas en ratones neuronas que impulsan al consumo de sodio

Cuando el cuerpo tiene poco sodio, el cerebro desencadena señales específicas de apetito que impulsan el consumo de sodio. Aunque los mecanismos de estas señales de apetito no se comprenden completamente, un equipo de investigadores ha descubierto una pequeña población de neuronas en el cerebro posterior del ratón que controla el impulso para consumir sodio.

Dirigido por el estudiante graduado Sangjun Lee, el equipo usó herramientas genéticas para manipular la actividad de estas neuronas para que pudieran ser estimuladas con luz. Los investigadores observaron que la estimulación artificial de estas neuronas hizo que los ratones lamieran un trozo de sal de roca repetidamente, incluso cuando sus cuerpos estaban completamente saturados de sodio.

Luego, los científicos midieron la actividad de estas neuronas mientras los ratones tomaban sodio. A los pocos segundos de que el sodio golpeara la lengua del animal, se inhibió la actividad de las neuronas del apetito de sodio. Sin embargo, una infusión directa de sodio en el estómago de estos roedores no suprimió la actividad neural. Esta supresión neural tampoco ocurrió cuando se bloquearon farmacológicamente los receptores de sodio en la lengua. En conjunto, la investigación muestra que se necesitan señales orales de sodio, probablemente mediadas por el sistema del gusto, para inhibir las neuronas del apetito de sodio.

“El deseo de comer sal es la forma en que el cuerpo te dice que tu cuerpo tiene poco sodio -dice Oka-. Una vez que se consume sodio, el cuerpo tarda un tiempo en absorberlo por completo. Por lo tanto, es interesante que solo el sabor del sodio sea suficiente para calmar la actividad de las neuronas del apetito de la sal, lo que significa que los sistemas sensoriales como el gusto son mucho más importante en la regulación de las funciones del cuerpo que simplemente transmitir información externa al cerebro”.

Curiosamente, en muchas especies, incluidos los seres humanos, el consumo de sodio puede impulsar el deseo de comer aún más. En un trabajo futuro, Oka y sus colaboradores querrían comprender cómo se modulan las neuronas del apetito de sodio a lo largo del tiempo. Responder a esta pregunta puede abrir vías para ayudar a las personas con problemas de salud a ingerir menos sodio en sus dietas.

 

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