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jueves, 28 marzo, 2024

5 efectos devastadores que la pandemia tendrá en las economías de América Latina

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Esta crisis económica es distinta a las que conocíamos hasta ahora.

Como si se tratara de un huracán que amenaza con subir a categoría 5 en algunas partes del mundo, América Latina está comenzando a recibir el impacto.

Las proyecciones apuntan a que inevitablemente algunas empresas irán a la bancarrota y subirá el desempleo en medio de una crisis catalogada como «la peor desde la Gran Depresión de 1929».

Sin embargo, la mayor parte de los países de la región han activado planes de emergencia, están negociando ayudas financieras y utilizando todas las municiones disponibles para enfrentar lo que se viene.

«Existe una ventana de oportunidad en el largo plazo», dice Daniel Titelman, director de la División de Desarrollo Económico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

En entrevista, el economista explica cinco efectos graves que la pandemia tendrá en las economías de la región y responde al desafío -nada fácil- de buscar una noticia positiva dentro de un panorama bastante desolador.

1-Desplome económico de sus principales socios comerciales: China y Estados Unidos

Los principales socios comerciales de la región son China y Estados Unidos. Como estas economías están en serios apuros por la pandemia, Latinoamérica recibirá el golpe de frente.

El descalabro económico en Estados Unidos afecta a toda la región, pero especialmente a México y Centroamérica a través del comercio, pero también con las remesas.

Y lo que ocurra en China también se siente de inmediato, porque es el socio más importante de muchos países de Latinoamérica y uno de los principales compradores de materias primas.

2- Caída de los precios de las materias primas

La baja en el precio de las materias primas está afectando las arcas de muchos países de la región.

A la caída de los precios de los minerales -como cobre y hierro- se suma la disminución en el precio de alimentos como la soja, el maíz, las carnes y los cereales.

Y el que se ha robado el protagonismo en lo que va del año es el petróleo.

No solo por el efecto coronavirus, sino por la guerra de precios entre los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) liderados por Arabia Saudita y Rusia.

El conflicto hizo que el precio del barril bajara a niveles históricos llegando a cerca de US$20 a fines de marzo, el mínimo en los últimos 18 años, afectando directamente a países como Colombia, Venezuela, Ecuador y México.

Las proyecciones apuntan a una recuperación del precio luego que las partes llegaran a un acuerdo para disminuir la producción.

La caída del precio de las materias primas provoca menos entrada de dólares por exportaciones a la región y pone en jaque las arcas públicas.

3- La interrupción de las cadenas de producción a nivel global

«Como el mundo se cerró, hay una interrupción de las cadenas de suministro», explica Titelman.

Las partes para fabricar un producto se hacen en distintos países. Así se arma una cadena entre las distintas empresas que proveen los componentes a quien ensambla el producto final.

Cuando eso se interrumpe, muchas de las empresas de un país se quedan sin la posibilidad de seguir produciendo, porque no tienen los insumos que necesitan.

«El grueso del comercio mundial es de insumos que se venden las empresas entre sí, más que los bienes finales que compra el consumidor», apunta Titelman.

Con la crisis por la pandemia, los países más afectados por la interrupción de estas cadenas son México y Brasil, cuyos sectores manufactureros son los más grandes de la región. Por ejemplo, el sector automotriz en México.

4- Menor demanda de servicios turísticos

La menor demanda -y en algunos casos la nula demanda- de servicios de turismo, está dejando sin oxígeno a países que dependen de esta actividad.

Es el caso de varios países, como México, República Dominicana o Cuba.

5- Fuga de capitales y devaluación de las monedas

Latinoamérica ya estaba con altos niveles de endeudamiento antes de que llegara la pandemia.

Ahora, las deudas públicas de los países han comenzado a dispararse a medida que la actividad económica se ha ido paralizando.

La recesión que está sacudiendo al mundo ha provocado históricas caídas de las bolsas y pánico en los inversores.

«La gente se asusta y busca refugio, llevándose los capitales a lugares más seguros, como los Bonos del Tesoro de Estados Unidos», dice Titelman.

Como suele ocurrir en tiempos de crisis, se produce una fuga de capitales porque los inversores no quieren correr riesgos. Y eso es precisamente lo que ha estado pasando en la región.

«Los capitales están saliendo de América Latina como nunca antes habíamos visto», agrega el economista.

«Cuando más necesitas financiamiento, se te está yendo».

La salida de dólares ha empujado una gigantesca devaluación de las monedas en lo que va de año, con espectaculares caídas del real brasileño, el peso mexicano y el peso colombiano.

Y como la mayor parte de la deuda pública de los países de Latinoamérica está en dólares, el efecto es muy negativo.

Un motivo para la esperanza

No es nada fácil encontrar un efecto positivo en medio de las devastadoras consecuencias económicas de la pandemia.

Sin embargo, Titelman dice que «existe una ventana de oportunidad en el largo plazo».

Esta crisis, explica, «hará que el mundo se replantee nuevos modelos de desarrollo donde el papel del sector público tendrá que ser mayor al que tenía en los últimos 30 o 40 años».

Esta crisis provocada por la pandemia ha dejado en evidencia la falta de protección social, el deterioro de los sistemas públicos de salud y la desigualdad en la región.

«También vendrá un mayor cuestionamiento al modelo de globalización», apunta Titelman, algo que puede impulsar cambios positivos en el sentido de cómo hemos venido haciendo las cosas.

Otros economistas también destacan que mientras algunas empresas perderán la batalla en medio del caos, otras capitalizarán nuevas oportunidades comerciales.

Y a nivel de las personas, dado que la crisis provocará cambios importantes en la manera en que trabajamos, compramos, viajamos y convivimos, también surgirán oportunidades cuando se calmen las aguas.

Lo que no sabemos es cuánto tiempo falta para que pase la tormenta.

Fuente: BBC Mundo

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