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viernes, 19 abril, 2024

Mirando desde la casa de Olmedo

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La Casa que trabajo hoy y contemplo al frente, es por ahora el paisaje que me han tomado la forma de bienestar solas y sosiego, porque a “los mandantes de la sabia superioridad de los administradores de la CCE.

Núcleo de Los Ríos en Babahoyo”, ellos sabrán sustentar las razones profesionales , artísticas, morales y culturales que tuvieron para enviarme para acá, a este Monumento Cultural referente de las provincias de Los Ríos y del Guayas, en el que me encuentro desde el uno de febrero 2018 hasta la fecha de hoy febrero 14 del 2019; sin máquina de escribir luego de quien esto escribe les entregara luego de haber concluido su mandato de Director Encargado de la Dirección Provincial de Cultura y Patrimonio de Los Ríos, 6 computadoras y una Leptón portátil, un escáner, una maquina impresora en perfecto funcionamiento; y, que diremos de un escritorio y una oficina con Internet y peor un teléfono, acá es otro mundo de mentira para los visitantes y transeúntes que sólo cuando hay algún “visitante especial” está por llegar, ahí recién buscan enmascarar la casa que huele a murciélagos”; en este perfil me he visto lo que va de  todo el año, ojala un día cuando todas las instituciones públicas y entidades educativas tomemos las riendas de su conservación y mantenimiento y mejoremos esta Casa de hacienda de remembranzas muchas cosas mejoraran hasta tanto hay un buen administrador estaremos en vigilia.

Pues desde éste hermoso mirador de historias, donde, por las rendijas de esta “Casa nueva dado por vieja” para los visitantes, que por un dizque dicho hay un cuarenta por ciento de sus herrumbres de unas cuantas maderas antiguas nos cantan, cuentan y guardan hasta los follajes de los árboles añejos de aquel visionario tiempo. Los sones de vocerío del montubio matutino y vespertino, sus cánticos de aires que viene trayendo en sus aguas sentimientos de la sierra a la costa, absorbiendo todo el encanto singular nada de oxígeno viciado siendo hasta hoy todavía natural, los que nos brinda desde éste mirador de ensueño y encanto, escuchando entre sus columnas sones y rimas metafóricas de épicas poesías del más grande baluarte que éste solariego suelo viera nacer y crecer desde el 19 de marzo de 1780 a José Joaquín Olmedo y Maruri y en el que otra provincia cercana se quiera apropiar como si hijo, acompañados de este verdor  ensoñación y encantos cual puñado de cielo en naturaleza viva de huertos y frutos son hijos del hermoso río Grande y señorío su evocar; cómo no encantarse con la placidez de los vientos que van fabricando en tenue aleteo a su revolar, llenos del colorido multicolor los viejos y nuevos atardeceres, con sus enjambres de pacíficas golondrinas y pato cuervos van configurando el mosaico multicolor que en formación se alejan a los ramajes y follajes donde se adormecen los plumajes a lo largo del travieso río que hacen asiento y descanso de su nocturnal morada; vigilantes cercanas y distantes las disipadas aves que juegan entre sí en su travesía, voy observando su trasladar viajero y migratorio.

Así desde aquí los he visto coqueteando al emprender sus vuelos al: chuque, pato curvo, garza, guaque, entre otros, quienes jugueteando con sus alas a ras del agua del majestuoso gran río, contemplo cómo van clavando y picoteando en su ligero vuelo devorando distancias juntando el entrelazar los hilos invisibles y mágicos sin fronteras de tierras y países lejanos, otras migrantes aves llevando van en su pico sus presas en pos de su alimento constate, de peces sin color ni sabor su paladar, de los que sí son de humanos, van dispersos con razonamientos de intrigantes observadores y envidia constante de una vida de mar y de ríos juguetones de su jardín. Cómo no contar que también con mirada curiosa mirando voy su flora fauna y habitantes del hermoso río, con su ayer de colmenar que fueron ayer y aquí morada y habitar, entre ellos: la corvina, robalo, dama, guanchiche, dica, campeche, guabina, boca chico, ratón, sábalo. Caminando con mi paso meditabundo voy absorbiendo el aire de sus aromáticos frutales y más sembríos, que brindar el paso a sus centenarios y remansos follajes; agradeciendo a nuestra madre naturaleza, que pusieron adorno fragancia y aroma en sus boscajes tal: Cananga con su hojas tiernas y amarillas que al ponerle en agua nos regala un aromático perfume encantador y enamorador, entre ellos también contemplo cómo unos esparcidos y ralos árboles de: guayaba, tamarindo centenario y mal cuidado , ciruelas, las grosellas, limones, naranjas, aguacates; todo esto hoy en

pequeñas cantidades, sin descuidar que arriba de la vecindad están aún en pie el juguetón y azabache árbol de pechiche, cuando ayer fueron parte del fortalecimiento económico del inmenso comercio con el qué aportó la Provincia de los Ríos a la Patria grande; no se puede dejar de recordar la existencia en buena época del árbol de guachapelí, vecino y pariente que tiene como hermano al gigantesco samán, éstos de tan dorados días y de tan inmensos ramajes, quien cual sedas que acarician la Casa del referente queriendo llegar cual cielo con sus ramas que de a poco que han descuidado, que de vez en cuando anidan unas cuantas golondrinas, para hacer su morada, es así que de tres  árboles de ellos quienes se hallan al pie del río son abrigo y dormitorio de iguanas en las tardes soleadas, y, los pato cuervo acampados entre si van formando la cortina nocturnal en pleno día de este anticuario color de policromía los mismos que haciéndose manada todos al unísono producen un sonido cual cerdos todas al juntarse. A un costado diagonal izquierdo de ellos se divisa un árbol seco de cananga aún de pie ya sin frutos quien ha concluido con su vida útil y su verdor, siendo ahora asiento de prácticas constantes con sonidos acompañados de unos cuantos pájaros carpinteros quienes han llegado en pos de dar esparcimiento y sentido a su instinto taladrador, en rítmico compas cuando aparecen, van fabricando en éste árbol seco su morada, todo frente a un monumento anti estético que dicen ser del unigénito hijo de este suelo Don “José Joaquín de Olmedo”; cual se encuentra abajo y delante de aquella Casa que cuentan ser ya, más de dos ocasiones remodelada y “Monumental moderna Casa” del Poeta referente; tan de cerca de ésta y al píe del río les contaba la existencia de los tres árboles gigantescos que dos de ellos por obra y gracia de la madre naturaleza permanecen los dos entrelazados formando de  ellos uno solo y dentro de su fusión simbólicamente aparece un investido corazón que van extendiendo su follajes con miradas al infinito cielo, dando una muestra a quienes miran por estos patios donde está la Casa de la Hacienda la Virginia que todavía habita y persiste el eterno e inmenso amor a la memoria Oral que insiste en su recordación.

Otra desde esta Casa que da el frente al río se puede mirar a unos pescadores cómo mirando coqueteando a su costado abajo un anzuelo y carnada de mortadela, estaban horas  en espera de que algún pez atendiera a su picada, allá no a tanta distancia están unos ralos madrugadores pescadores de fortuna y tesoro que ayer mucho daba en este pacificador hoy silencioso “manso” río. Más arriba y al costado izquierdo están las canoas que al llamado de transeúntes o estudiantes van vuelven y cruzan apoyando por el cauce al cruce del Amay hasta hoy éste se ha convertido en un traslado tradicional; y de Bodegas hoy Babahoyo que en el año de mil quinientos setenta fue declarado Embarcadero y Desembarcadero por el Rey Felipe II de España, lugar donde atracaban pequeñas barcazas y barcos de pequeño calado para llevar lo que venía de Quevedo desde este punto del malecón de Babahoyo el verde cacao y café, más tarde y luego lo harían en botes y con la bajada del río, de aquel soñado momento sólo ha quedado un par de canoas para el tránsito personal y escolar de orilla a orilla, sin descartar una que otra esporádica lancha que pasado el medido día  suben y bajan con gente, otras que pescan río abajo que suben y que bajan en pos de sacarle el sustento diario al pregonero viejo Amay.

Estas son las memorias de cánticos, gritos, silbidos y chifladeras de un lado a otro del río , viejo oyente del conversar de canoeros que aún añejos se resignan a la espera se catapulte su trabajo con la venida del anhelado y esperado puente que hacen años debieron ya ser construido sin patrañas politiqueras, si no tan sólo por la necesidad de dar dignidad al pueblo que ha puesto el hombro para que este suelo se engrandezca y les den su lugar a los vecinos de la Virginia el Salto y de Barreiro; a ellos que en el tiempo han trasmigrado los recuerdos y añoranzas que aún se duermen en su riveras a la espera, en ayeres de canaletes que a lo lejos se escucha remos en armónico ritmo y cantos del río difuso, confundido entre el gran pregonero que todo se hermoseaba ayer, sonidos que vienen bogando a solas entre lechuguines y en pequeños follajes siendo grato mirar como en hojas flotantes descansan en su fortaleza las gaviotas que flotan, ver a las desnutridas garzas que atestiguan los miles de años de aquellos que recuerdan el habitar de un fortín de las Bodeguitas Reales que ayer alimentaron a los siglos de habitantes que han pasado por estos parajes, junto a las memorias de las barcazas acodaladas para su descargar o poner su carga, asientos de cargadores y estibadores incansables que le dieron valor, color y sabor al cigarro, guarapo y el aguardiente ¡cómo no, aquí sí tomaba la gente! De este histórico suelo nos contó el Libertador Simón Bolívar salieron con arrojo los Babahoyus conocidos guerreros valientes con disciplina y coraje, quienes fueron los soldados que reconquistaron a Guayaquil luchadores que le dieron nombre y libertad definitiva a lo que hoy llamamos la Perla del Pacífico, estas milicias inmortales y Maderas de Guerrero son los conquistadores; a ellos les debe Guayaquil su dicho, a ellos, y no, a esos malos y enmohecidos patriotas de hoy que han olvidado su gesta y hazaña gloriosa.

Como no recordar que desde aquí salían en postas los Chasquis en la época Incásica llevando el pescado, el verde, la yuca fresca, el café y el cacao a toda prisa, para que Atahualpa nuestro Rey se alimentara ¡estas son las memorias!, desde este histórico lugar que fue llamado más tarde Bodeguitas; los Chasquis cuanta la historia fueron atletas formados física y moralmente quienes pasando por sabaleta subiendo y cruzando lo que hoy conocemos como Guaranda, Tungurahua, Cotopaxi, al trotecito iban cargando el chalo a la espalda haciendo postas hasta llegar a Quito casa del reinado, así dicen fue ayer de ese antes y después de la conquista, aquello que en los últimos años esos sonidos se han quedado, como los recuerdos empotrados en nuestras autoridades en un mutismo alcahuete y silencioso, de cadenas garfios y eslabones de un sinfín de existencia vivida, hoy casi inmolada y sin memoria donde muy pocos o nada los han contado, cuando es la obligación moral de los mandantes, de ellos los que deben tener la memoria fresca de un pasado que fue de Dioses, del que más tarde fuimos esclavos y peones por la ignorancia e ineptitud, para luego ser lo nuevo de lo mismo; los nuevos mitayos y verdugos con su propios hermanos de raza; en los versos guardados en esta Casa de frente al río donde hoy en esa misma Casa que en versos y cantos épicos se escribió la bíblica historia, hoy se amordaza entre llaves enmohecidas que cuando llueve las goteras traspasan los pisos donde se muere a vista y paciencia de los administradores de esta Casa y las autoridades ciegas sordas y mudas de ese ayer venturoso, en apagados violines que cantan y escuchan para dentro. Así las doncellas y reinas indias con reinados violados por los emperadores descuartizadores de realidades y sueños, esas historias están aquí, cómo olvidar que luego con la religión llegada con nuevos reyes y curas y curacas destruyeron nuestra fortaleza imperial hasta volvernos mitayos en casa propia y vasallos con otro reino. ¡Oh tiempos y viejo río añorados!, los que jamás deberán de ser olvidados. Nadie cuenta que luego de llegar de su destierro de Paris fue en Bodeguitas Reales que el gran Cervantes de América Don Juan Montalvo Fiallos en 1860 escribió la carta que dirigido a Gracia Moreno ese entonces presidente de la república, en la que le señalaba: Usted señor García, también tiene que educarse para poder administrar a mi pueblo; carta que nunca fue contestada por Gracia Moreno, la misma que sería como una sentencia, que marcó el vaticinio del fin del mandato y de su muerte. El río grande conocido también como río Amay y luego Babahoyo es el dueño de la Cuenca que se han adjudicado protervamente al llamarle del Guayas siendo del Amay o Babahoyo actual, solar que fue asiento y fortaleza de un tiempo añejo hasta vernos hoy; en la Casa contada; mirando a los lejos un ansiado “nuevo y bien hecho malecón”, mas no como constan hoy las maltrechas aceras a medio construir; claro que digo aceras a medias con su vereda frente y diagonal al medio ausente Gerontológico que se mira desde aquí, donde no es nada raro observar a uno que otro beodo que se ha tomado el día para que continúe en su vacancia como siempre su nuevo día de embriaguez, y del mentado frente con un guardia medio sepulturero del ex asilo que observa, que barre con escoba invisible e inhumana el viento para que no entre la verdad soleada a la estancia, donde van pasando las hormigas vivientes en cautiverios, voceadores repartidores de esperanzas subjetivas en oraciones con el mismo tema y ritmos musicales de los jóvenes de hoy, acompañados del gran tomento psicológico de la música moderna de hoy para “la distracción” de aquellos jóvenes con años almacenados ahí hoy confinados, cuando ayer dieron vida y sustento a este país, hemos dañado el cambio y hemos retornado a los viejos asilos de ayer, ¡Donde quedó la humanidad! Hasta hoy habita en mí memoria añeja la dulzura del Coronel jubilado Sr. Telmo Olmedo que le conocí en el asilo de ancianos de Quevedo, siempre estaba en la espera de que alguna de las asistentes le traten con el sentimiento con delicadeza con sentimientos que transmita a los trabajadores de ayer pues no era así, ¡qué va! Claro que yo estuve presente con ellos que ni se han de recordar porque me veían sin mirar, ahí estuve escuchando la música observando y viendo la película inexistente de los años 40, 50, 60 y 70 que se han perdido y que a ellos bien que le haría falta esos recuerdos, aún sea con temas musicales. Como me quisiera mentir, pero los jóvenes o las personas que ahí están ahora en ese “Centro Gerontológico” que dan a la Casa del frente nada conocen, y que nunca lo estudiaron porque tampoco se ha hecho nada para mantener y fortalecer la  memoria oral de entre estudiantes y las familias; con seño y rostro iracundo que lastima hasta el alma con sus actuaciones en el Gerontológico mentado, hacen más amarga la estancia del interno en el hormiguero, no creo que estemos ahí para ayudar a mal morir, si no a mejor vivir los

entretiempos que nos ha dado la vida, creo firmemente es para seguir meditando y dialogando unos con otros pero mimándonos entre unos y otros con mirada clara razonando lo que algunos no han podido ni han logrado razonar, que no les hace falta una casa de cuatro paredes mal o bien ya deben haber vivido, lo que si necesitan es: Un campus para caminar, dialogar, razonar, meditar, recordar, escribir y con al guíen compartir y participar, escuchar conciertos de música de su época, esta es una visión que no lo hemos logrado darle vida, al jubilado a la persona de la tercera edad al longevo como los llamen, en el sino hipócrita de esas cuatro paredes medio tétricas y congeladas, necesitan también ser escuchados con oídos receptores, mirando a los ojos cara a cara razonando apoyando viviendo ese hoy que mañana será también el tuyo, no arrinconados en decires con los que algunos se llenan la boca de lo que brindan con su ayuda blanquecina con dolor y sufrimiento de gente que tuvo la suerte o la desgracia de llegar hasta estos lugares; todos pasamos por ahí, hasta los mismos adinerados que piensan que jamás ahí han de estar cuando son los primeros que llegan ahí desgraciadamente. Todo esto pasó mientras yo estaba mirando desde la Casa Señorial construida frente al silencioso río.

Autor: Fausto González Castro

ASOCIACIÒN DE LA HERMANDAD CULTURAL LATINO AMERICANA

“ARCO IRIS VOZ Y SONIDOS DEL SILENCIOSO RÍO”  

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