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jueves, 25 abril, 2024

Poco a poco se llega lejos

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“Las manos negligentes llevan a la pobreza; las manos diligentes conducen a la riqueza” (Proverbios 10:4).
Un día, un gran amigo, el pastor Enoc Ramírez, me invitó a tomar algo a mediodía. Pero me advirtió: “Este lugar es muy especial, te lo aseguro”. Así que me imaginé que se trataba de un nuevo sitio muy sofisticado de la cosmopolita Ciudad de México. Entramos a su coche y nos dirigimos a la zona este de la urbe. De pronto, lo miré sorprendido por el rumbo que habíamos tomado, y él me respondió con una sonrisa, a lo que agregó: “Ten paciencia. Tienes que ver algo”.
Llegamos a un suburbio muy alejado de las zonas céntricas de la ciudad. De pronto, observé poco más de veinticinco personas que se apiñaban en el exterior de un pequeño negocio de bocadillos y zumos deliciosos. Entonces, Enoc me dijo: “Ese es nuestro sitio”. Mientras estacionaba el coche, yo no le quitaba la vista a semejante espectáculo: había más de quince empleados trabajando afanosamente, todos dirigidos por don Luis, el dueño, a quien no se le escapaba la presencia de un nuevo cliente cuando este se acercaba a su local, pues exclamaba con entusiasmo: “¡Pasen, coman sano! ¡Más salud y menos refresco! ¡Mi Padre celestial me ha encargado su salud!”
Apenas nos acercamos, amablemente don Luis nos ofreció una muestra de sus bebidas y nos preguntó qué íbamos a querer. Después de hacer nuestro pedido, esperamos muy poco tiempo; mientras, la gente seguía llegando y no bajaban de veinte personas en el exterior del local. Finalmente, nos entregaron los bocadillos que, aparte de estar deliciosos, estaban muy bien servidos y a un precio bastante accesible. Desde ese día, supe que iba a volver varias veces a ese lugar.
No creo que don Luis haya ido a una escuela de administración para saber cómo dirigir su negocio. Lo cierto es que tenía tres elementos fundamentales para el éxito empresarial: un buen producto, un buen precio y un buen trato. Es posible que los mismos bocadillos los pudiera encontrar en otro lugar, pero más caros y atendidos por alguien con una actitud menos amable. Y aunque el sitio no estaba ubicado en la mejor zona, estos elementos atraían a sus clientes ávidos de degustar sus deliciosos bocadillos. Por si fuera poco, don Luis creía que, a través de su trabajo, rendía un servicio a Dios.
Todos aquellos que trabajan con diligencia y con la firme convicción de que a través de sus labores, por sencillas que sean, brindan un servicio a Dios, recibirán la bendición del Padre celestial y serán prosperados.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018

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