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miércoles, 27 agosto, 2025

A los 102 años, Ana Otilia Tomalá Troya es ejemplo de vida en Quevedo

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Periodista: Mónica Zamora

La sala de un humilde hogar en la cooperativa 20 de Febrero, en la ciudad de Quevedo, se llenó de felicidad.
La melodía del ‘Cumpleaños Feliz’ se entrelazó con la emoción de una familia unida.

No era una celebración cualquiera. Era el cumpleaños número 102 de Ana Otilia Tomalá Troya , una mujer que ha vivido más de un siglo y cuyo corazón, rebosante de fe y amor, es el verdadero secreto de su longevidad.

Cariñosamente llamada ‘Julia’ celebró un año más de vida rodeada de sus hijas, quienes decidieron que este año la celebración sería especial, tan especial como las que su madre les organizaba a ellas cuando eran pequeñas.

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Un legado de fe 

Ana Otilia ha sido testigo de innumerables cambios, y su vida es un verdadero libro de historias.

Nacida en Puebloviejo, llegó a Quevedo siendo una niña y tiempo después formó su familia con su amado esposo, quien ya partió de este mundo.

A pesar del paso del tiempo y de la memoria que a veces flaquea, el recuerdo de su esposo sigue vivo en su corazón, tanto que a veces lo llama o confunde a uno de sus hijos con él.

Pero, ¿cuál es el secreto de una vida tan larga? Sus hijas no dudan en compartir su creencia. Años de dedicación a la agricultura, una vida sencilla y, sobre todo, una fe inquebrantable en Dios han sido la clave.

«Mi madre siempre decía que hay que honrar a padre para tener larga vida», recuerda una de sus hijas con la voz entrecortada, convencida de que esa promesa divina se ha cumplido en la vida de ‘Julia’.

Su fe no es solo de palabra; hasta hace poco, su mejor compañía era la Biblia, y la oración ha sido su escudo protector, incluso cuando los médicos y sus propias hijas dudaron de que saliera bien de una cirugía reciente.

 

La promesa cumplida

Para la familia de Ana Otilia, este 102 cumpleaños es un momento de gran alegría y un testimonio vivo del poder de la fe y el amor. Es una celebración no solo de su vida, sino de una promesa cumplida.

La celebración terminó con la repartición del pastel y la sonrisa tierna de su madre, un gesto simple que encapsula el inmenso amor que aún tiene por su familia.

Y es que, su bendición es tan grande que ha podido ver crecer a sus 80 nietos y a un sinnumero de bisnietos.

 

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