Quevedo. En un mundo cada vez más digital y masivo, Ecuador detiene el reloj para aplaudir a sus artesanos, esos guardianes silenciosos de tradiciones que convierten la madera, el barro, los hilos y demás elementos, en verdaderas obras de arte vivas.

El Día del Artesano Ecuatoriano, que se conmemora cada 5 de noviembre, no es solo una fecha en el calendario: es un recordatorio vibrante de cómo la habilidad manual sigue siendo el pulso de nuestra cultura. La jornada rinde tributo a la promulgación de la Ley de Defensa del Artesano en 1953, un hito legislativo que marcó un antes y un después en la protección de estos creadores esenciales.

Por ese motivo, distintas escuelas y unidades educativas hicieron sonar sus tambores y exhibieron sus bastoneras, como el mejor homenaje a la clase de ciudadanos que hacen maravillas con sus manos y su mente.
El desfile arrancó en la Plaza Cívica y avanzó por la calle Bolívar hasta el parque de la Madre, recordando al Ecuador entero que en Quevedo está vivo el orgullo del artesano ecuatoriano.

El origen
Imagina el Ecuador de hace más de siete décadas: un país en plena efervescencia posguerra, donde los artesanos luchaban por un lugar digno en la economía. Fue precisamente el 5 de noviembre de 1953 cuando se promulgó la Ley de Defensa del Artesano, una norma visionaria que buscaba blindar sus derechos, dignificar su oficio y fomentar su integración al desarrollo nacional. «Esta ley no fue solo papel y tinta; fue un escudo para quienes con sus manos forjan nuestra historia», reflexiona María López, historiadora especializada en patrimonio cultural ecuatoriano.
ADEMÁS, AQUÍ HAY MÁS Y TE PUEDE INTERESAR: Municipio de Buena Fe tiene listo plan de obras para el 2026: más del 60% será para inversión y desarrollo local
Desde entonces, esta fecha se convirtió en el epicentro de la celebración, un día para honrar no solo el pasado, sino el presente de miles de familias que viven de su ingenio. En regiones como Otavalo, con sus tejidos indígenas llenos de colores andinos; en Cuenca, donde el sombrero de paja toquilla es sinónimo de elegancia global; o en las comunidades amazónicas que tallan madera con secretos ancestrales, la ley de 1953 sigue resonando como un llamado a la acción.




