Quién no haya degustado un picante de sardina en la esquina de la escuela Jorge Carrera Andrade (por el puente Sur), en Quevedo, no sabe lo que es bueno.
La receta del picante de sardina de Rosa Cabrera es herencia familiar. Su madre la educó vendiendo este delicioso plato en la misma esquina hace 25 años.
Recuerda que las calles eran agrestes, los asientos de cañas y encima una ramada los cubría de la lluvia. Los clientes más fieles venían de todas partes, y eso aún no ha cambiado.
Hace ocho años Rosa tomó la batuta del negocio y su hermano ‘Hugito’ vende en otra esquina por el mismo sector.
Ambos tienen sus clientes, quienes llegan incluso de Estados Unidos para llevarse el apetitoso picante congelado. Cada cinco minutos llegan camioneros, transportistas, abogados, doctores, docentes, y un sinnúmero de comensales a degustar. Dice que sí, hay un secreto, pero que no lo puede divulgar.
Rosa es madre soltera y con este trabajo ha podido sustentar a su familia. “Me gusta trabajar, me encanta cuando alguien dice que está bueno y lo recomienda, entonces desde allí comienzan a hacerse los clientes”, dijo.
El picante de sardina se lo vende a todo precio: $1,50, $ 1,75 y $ 2,00. (i)