Una inusual aglomeración ciudadana se ha reportado en Quevedo, cerca del Mercado del Río, a raíz de una oferta que promete 20 dólares a cambio del escaneo del iris.
Desde el pasado lunes, decenas de personas de diversos sectores populares de la ciudad han acudido al lugar con la intención de «vender su iris», generando interrogantes y alertas sobre la seguridad de los datos biométricos.
En el sitio, se informa a los interesados que se trata de un sistema que busca adquirir datos biométricos para vincular una identidad digital única a cada persona.
A pesar de la afluencia, no se proporcionan mayores detalles a los ciudadanos sobre el propósito final de la compra de estos datos. La mecánica es sencilla: quienes se inscriben reciben 20 dólares, y si refieren a otra persona, obtienen 10 dólares adicionales.
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Negocio
Este modelo de negocio no es nuevo en Ecuador. En 2024, una iniciativa similar se implementó en Guayaquil, donde el pago por los datos biométricos ascendía a 30 dólares en criptomonedas, que al cambiarse en efectivo, equivalían a 20 dólares.
La adquisición de datos biométricos ha levantado serias alarmas. En España, la Federación de Consumidores y Usuarios (CECU) ya había advertido en 2023 sobre los potenciales riesgos de entregar datos biométricos, debido a su «diminuto margen de error estadístico».
El organismo CECU enfatiza que con el simple hecho de acceder a este tipo de propuestas, «ya estamos dando información de carácter personal y extremadamente sensible», puesto que se trata de «datos únicos».
La principal preocupación radica en la irreversibilidad de estos datos: «Si los datos biométricos son robados o suplantados no podemos cambiarlos (…) No podemos, en principio, cambiar nuestros rasgos faciales o nuestro iris», declararon desde el CECU.
Bajo esta línea, la Federación sentenció que, al tratarse de información única de cada individuo, «podría permitir la identificación de las personas sin su consentimiento».
La controversia ha trascendido fronteras, y este modelo de negocio también está siendo investigado en países como Chile, Argentina, Francia y Kenia.