QUEVEDO. La alegría de reunirse en la Iglesia con su pastor y el resto de los fieles católicos se reflejó ayer en la gran asistencia de la ciudadanía al tradicional Domingo de Ramos.
En todos los horarios que se ofició misa hubo centenares de fieles, la iglesia matriz de Quevedo estuvo llena totalmente durante todos las misas que brindó el párroco de esa iglesia.
El interior de la iglesia lució exquisitamente adornado, el pasillo central fue sembrado con dieciséis ramas de palmeras que lució como una calle de honor para el Redentor. Familiares, amigos, conocidos, vecinos se volvieron a reencontrar, muchos conversaron y se abrazaron pues casi a los dos años que volvieron a verse.
Con ellos, regresaron las tradicionales costumbres como el hacer bendecir el agua que llevan hasta el altar en pomas o canecas de plástico. Los altares volvieron a encenderse para recibir a los creyentes que con gran fe se acercaban para implorar una oración o hacer un pedido.
Así mismo, a los exteriores retornaron los vendedores de ramos, velitas, inciensos, los heladeros, coqueros, huevos y gusanitos. El sacerdote durante la misa dio la más cordial de las bienvenidas a los asistentes y les pidió juntos agradecer a Dios por esta nueva oportunidad de vida.