La presidenta de Perú, Dina Boluarte, fue destituida de su cargo de forma abrupta por el Congreso de la República, que aprobó una moción de vacancia con una abrumadora mayoría de 122 votos a favor. La decisión, impulsada por fuerzas de derecha que hasta ahora la habían sostenido en el poder, se basó en la declaratoria de su incapacidad moral permanente para enfrentar la inseguridad y el crimen organizado en el país.
Boluarte, la primera mujer en presidir Perú, finalizó así un mandato de dos años y diez meses, tras haber asumido la Presidencia a finales de 2022 para suceder a su antecesor, el izquierdista Pedro Castillo (2021-2022), de quien era vicepresidenta. Su permanencia en el poder se había cimentado en el respaldo de un grupo de partidos de derecha que controlan el Parlamento y que, paradójicamente, fueron los promotores de su salida.
Un séptimo Presidente en nueve años
Tras la destitución, el presidente del Congreso, el derechista José Jerí, asumió de manera interina la jefatura del Estado. Jerí fue inmediatamente investido como presidente, convirtiéndose en el séptimo jefe de Estado de Perú en apenas nueve años, una muestra de la profunda crisis de gobernabilidad que atraviesa el país.
La moción de vacancia fue una de las cuatro presentadas en el Congreso para forzar la salida de Boluarte. Entre los principales impulsores se encuentran partidos cuyos líderes aspiran a ser candidatos presidenciales en las elecciones generales convocadas para abril de 2026. Destacan el ultraconservador Renovación Popular, liderado por el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, y el derechista Podemos Perú, del empresario José Luna.
Un precedente reciente
La salida de Boluarte se produce en un contexto de alta inestabilidad política, similar al que marcó el inicio de su gestión. Ella llegó al poder luego de que Pedro Castillo intentara un fallido golpe de Estado en diciembre de 2022, ante el temor de ser destituido por el mismo Parlamento por indicios de corrupción. Boluarte, quien era su vicepresidenta, asumió entonces la Presidencia por sucesión constitucional.
La destitución de Boluarte reenfoca la mirada política hacia los comicios de 2026 y subraya la volatilidad del sistema político peruano, en el que el Congreso ha demostrado tener un poder decisivo para poner y quitar presidentes