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lunes, 11 noviembre, 2024

El cerebro de los psicópatas se transforma en la infancia

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Así lo concluye un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital del Mar de Barcelona y del Parc Taulí de Sabadell, que también han descubierto que el cerebro de los psicópatas es parecido al de personas que consumen esteroides durante un largo periodo de tiempo.

El trabajo, que publica la revista ‘Psychological Medicine’, ha analizado el cerebro de personas con psicopatías gracias a imágenes obtenidas con resonancia magnética para comprobar que los psicópatas sufren una hipermaduración o maduración acelerada de determinadas zonas del cerebro, hecho que afecta a su capacidad para gestionar las emociones.

La investigación la ha liderado Jesús Pujol, director de investigación de la Unidad de Resonancia Magnética del Servicio de Radiología del Hospital del Mar y del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y CIBERSAM, en colaboración con Narcís Cardoner, de la Corporación Sanitaria Parc Taulí.

El orígen del psicópata

El trabajo, que ha analizado más de 400 artículos publicados en revistas científicas, ha comprobado que el factor emocional temprano tiene una gran influencia en el desarrollo, formación y comportamiento del psicópata.

Según Pujol, “el psicópata puede ser el resultado de un estrés emocional en les primeras fases de la vida, que provoca la hipermaduración de las estructuras del cerebro implicadas en los sentimientos y la toma de decisiones”.

Los investigadores lo explican por la aparente reducción de la sustancia gris detectada en las imágenes por resonancia magnética, que es debida a un proceso de mielinización excesiva o incremento de sustancia blanca, compatible con esta maduración acelerada.

Las zonas más afectadas son el sistema frontal-basal y temporal anterior y el frontal medial y cíngulo posterior, que relacionan los estímulos externos con las reacciones y los sentimientos.

Maduración acelerada

Pujol ha subrayado que el cerebro humano se protege del estrés emocional en las fases más tempranas de su desarrollo madurando de forma acelerada, hecho que permite una más grande capacidad para tolerar el sufrimiento y evadirse.

“Pero esto, a la vez, tiene efectos secundarios en forma de falta de escrúpulos y de remordimientos, no tienen freno emocional”, según Pujol.

Esta diferencia respecto a un cerebro normal, según el investigador, “no afecta a su capacidad de razonamiento, tienen sentimientos, a pesar de parecer fríos emocionalmente”.

“La asociación entre emoción y cognición durante la toma de decisiones está bloqueada, su cerebro se puede catalogar de diferente, anormal, pero son responsables de lo que hacen, de sus actos”, añade Pujol. EFE

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