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viernes, 3 mayo, 2024

El precio de hacer caso a las mentiras

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“Cuando un gobernante hace caso de mentiras, todos sus servidores se vuelven corruptos” (Proverbios 29:12).

Acab fue rey de Israel durante veintidós años. Su corte estaba llena de consejeros que adulaban al monarca y solo le decían lo que deseaba escuchar. Así que, como el gobernante no toleraba las malas noticias, sus funcionarios se hicieron expertos en mentirle. Le presentaban un panorama falso de las finanzas reales, de la situación del ejército o de la problemática social de la nación. En aquella burbuja ficticia, Acab creía ser un extraordinario mandatario.

Un día, Acab invitó a Josafat, rey de Judá, a atacar Ramot de Galaad. Josafat aceptó, pero pidió a su homólogo que buscara el consejo de Dios. De inmediato se presentó un supuesto profeta que pronosticó un triunfo aplastante sobre sus enemigos. Sin embargo, el rey de Judá insistió en que buscaran a un profeta de Dios para escucharlo. La respuesta de Acab fue muy reveladora: “Aún queda uno, que es Micaías hijo de Imla. Por medio de él podemos consultar al Señor. Pero yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza nada bueno, sino solo cosas malas” (2 Crónicas 18:7). ¡Vaya respuesta! El rey de Israel únicamente quería escuchar palabras halagüeñas, ¡aunque se tratara de falsedades! Al final, mandaron llamar a Micaías con la siguiente advertencia: “Toma en cuenta que las palabras de los profetas coinciden en anunciar al rey cosas buenas. Yo te ruego que hables bien, y que tus palabras sean como las de ellos” (2 Crónicas 18:12). Sin embargo, el profeta transmitió un mensaje que invitaba al rey a no salir a pelear. Acab se molestó con lo que escuchó y salió a la batalla junto con Josafat. Para colmo, el rey de Israel se disfrazó de soldado para entrar en combate. En medio de la batalla, una flecha lanzada al azar lo hirió y acabó con su vida.

Los líderes que solo desean escuchar buenas noticias fomentan la corrupción entre la gente que está a su cargo. Vivir en medio de mentiras para agradar al jefe deviene en la ruina de cualquier empresa. A veces la verdad puede ser dura, pero siempre será necesaria.

La manera en la que recibimos las malas noticias revela nuestro carácter. No todo en la vida tiene por qué ser favorable. Hemos de aprender a enfrentar las adversidades y los momentos desafiantes con valor, tenacidad y entereza.

Hoy pide al Señor que te ayude a saber escuchar las buenas y malas noticias con toda prudencia y reaccionar a la altura de cada circunstancia.

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¡Renuévate!

Alejandro Medina Villarreal

Lecturas devocionales para Jóvenes 2018

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